Coloca las semillas a germinar en un recipiente y cúbrelas con agua tibia, déjalas reposar durante la noche. Al día siguiente escurre las semillas e introdúcelas en un vaso o en un tarro de cristal que tenga la boca ancha. Seguidamente, cubre la boca del tarro con una gasa fijándola con unas gomas elásticas.
La gasa te permitirá enjuagar las semillas sin que necesites sacarlas del recipiente, seguidamente guarda el tarro en un lugar oscuro con una temperatura que esté en torno a los 20º C. Recuerda enjuagar las semillas dos veces al día hasta que veas que aparecen los primeros tallos.
Según el tipo de semilla, los brotes aparecerán entre el segundo y el cuarto días, una vez que aparezcan los brotes ya los puedes consumir, pero antes debes enjuagarlas bien con agua con la ayuda de un colador.
Puedes conservar estos germinados durante una semana dentro de la nevera en un tarro de cristal que sea hermético. Vas a poder disfrutar de los germinados de trigo, centeno, avena, alfalfa, soja, berros, etc. Toda una gama de sabores para deleitar nuestro paladar.
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